lunes, 5 de enero de 2015

Primeras Sensaciones, Asia.


Para un occidental llegar a oriente es un flujo de emociones continuas, y por supuesto para mi no iba a ser menos. 

Exactamente estaba en Hanoi, Vietnam, el primer día y entre el jet lag, que andaba un poco aturdido, más las 27 horas de viaje aproximadamente, y el choque cultural que estaba teniendo, sin duda las emociones comenzaron a salir.


El estar deshubicado genera una situación de incertidumbre, no saber que es lo que tienes que hacer o como actuar es totalmente común, incluso aunque leas y creas que sabes lo suficiente, cuando se presenta la situación no tiene nada que ver con lo que habías creído.

Si comenzamos simplemente por el echo de cruzar la calle en una ciudad donde el tráfico es abundante, las señales de trafico insuficiente, y poco respetadas, se convierte en una completa jungla, pero siempre hay una ley que funciona, ¨Allá donde fueses a lo que vieses¨. Los vehículos, mayorías motos, no paran para que tu cruces, tienes que conseguir cruzar sin ser atropellado. Sabía que si corría me atropellaban seguro, si esperaba a que parase el tráfico no iba a cruzar, así que... ¿Qué? pues nada a imitar los lugareños, cruzar cuando hay un hueco entre el tráfico y lentamente sin prisa, y sin pausa vas cruzando para que los conductores te puedan localizar y reduzcan la velocidad o te esquiven. Claro está que las primeras veces piensas, aquí me hacen cromito en la carretera, lo que viene siendo una pegatina occidental en mitad de una carretera asiática. 

Los olores es otra de las situaciones que más te llaman la atención, existe una mezcla de olores en la calle que no pasan desapercibido. Seguro que conocéis los clinex con olor a miel, pues eran mi fiel aliado. Buena parte del tiempo se soporta los olores, pero otras... NO HAY MANERA, solo quieres salir de ese espacio y poder respirar con normalidad. Tampoco penséis que es todo el rato, pero si que algo común, y no es por otra situación, la basura se acumula, y la vida se hace en la calle, desde cocinar en las aceras, ocupar cualquier espacio publico para vender productos de todo tipo, pues la mezcla se vuelve un tanto confusa.



La vida en la calle es espectacular, para alguien que le gusta observar y ver las tradiciones y culturas de las personas es fabuloso. Los lugareños se reúnen en la calle, practican diferentes juegos, tanto deportivos como de azar, practican yoga en la calle, y comen en la calle, es su forma de vida. Pararse y observar e incluso participar en ese estilo de forma es una autentica experiencia. 



La comida es otra de las cuestión que también te llaman la atención, pues en Europa tenemos unos ciertos criterios de higienes, certificados, etc, que seguramente en buena parte de Hanoi no lo iba a encontrar, al menos en los presupuestos que llevaba. Decidí no comer en la calle, pues de momento no estaba preparado, así que decidí desayunar en un bar, aunque mi desayuno no fue el occidental tradicional. A las nueves de la mañana tuve que desayunar un pollo con arroz y verdura, rico, aunque poco habitual. El escrúpulo se manifiesta pronto, pero más rápido se va, simplemente no observes demasiado, pide lo que mejor pinta parezca que tenga y a probar, normalmente funciona y bien rico que está. Pronto te das cuenta que comer en la calle y no en restaurantes es lo más barato y más rico, así como saludable,  pues la comida se gasta en el día y no se guarda para el día siguiente como en un restaurante, por lo que es cocina del día. Opta por esta opción si vas, y olvidate de las ideas preconcebidas.


Esta publicación solo es una primera impresión, pues os habla un enamorado de asía, o para ser más exacto del sudeste asiático, así que ya os iré contando lo que realmente significa para mi esta parte de este magnífico continente.


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