domingo, 28 de diciembre de 2014

Nerviosismo a la partida.

Llagaba el día de la marcha, y no te voy a mentir, estaba nervioso, bastante nervioso. Las emociones se cruzaban continuamente, desde tristeza a la mayor felicidad, pero la incertidumbre era lo peor que llevaba.

Me marchaba lejos, al menos eso creí en su momento, y al fin y al cabo piensas en lo que puede pasar.  Irte a la otra parte del mundo, aunque vayas acompañado a ratos, genera nerviosismo si no estás acostumbrado.

Fueron mis padres quienes me llevaron hasta el aeropuerto, y después de la despedida y llegar justito a la puerta de embarque, iniciaba el viaje.

El viaje se iba a hacer bastante largo, el vuelo comenzaba desde Málaga a Palma Mallorca. Aunque una vez que empecé a volar los miedos, creo que por instinto, desaparecieron, no había vuelta atrás, ahora si comenzaba el viaje. Una vez que aterrizado en palma, y unas horas de escalas, ya notaba el cansancio, sí acababa de empezar, pero eran las 00:00 horas aproximadamente cuando cogía otro avión hasta Helsinki (Finlandia), 5 horas más de vuelos y una vez aterrizado llegó el reencuentro con mi amiga.

Escalas y más escalas, pero esta vez algo graciosa, más de ocho horas esperando en un aeropuerto, y ya son las 6 de la mañana aproximadamente, pero dio tiempo para leer, hablar, confidencias, dormir, un sin fin de actividades, para que digan que los aeropuertos son aburridos.

Ahora embarcábamos dirección a Vietnam, aeropuerto de Hanoi. Un largo viaje por delante, películas, caminatas de punta a punta del avión, algún que otro corto sueño, levantarse cuando escuchas el carrito de la comida, en fin lo típico de un vuelo largo.

Una vez que aterrizamos, y después del papeleo de inmigración, que por cierto 45 dolares de pago para ejecutar el visado. Salimos en busca de un transporte lo más económico posible (Tened en cuenta que el presupuesto diario es de 20 euros/día).

Desde el primer momento conocí lo que es el regateo, no recuerdo cuantos autobuses, furgonetas, taxistas rechazábamos, ya que en nosotros veían el símbolo del dólar $. Una vez montados en el autobús, y llegando a la ciudad fue cuando conocí el sudeste asiático. (En el siguiente post os hablaré de mis primeras sensaciones)

Nos bajamos del coche y procedimos a un hostel, vagamente, sabía lo que era el significado de hostel,  vagamente conocía su significado real, yo solo lo atribuía a hospedaje barato donde compartes habitación con gente que no conoces. No era una idea errónea, aunque le faltaba connotaciones.

Por fin llegamos y después de todo el ajetreo de papeles y pasaportes, subimos a la habitación, una habitación mixta de ocho, donde habían seis personas ocupando el resto de camas, pero en la habitación eran 10. Que buena primera impresión, ahí había tema y no era difícil de adivinarlo, lo primero que pensé, esperemos que haya la misma suerte, ja ja ja.

Reventados de más de 27 horas de viaje, una ducha y a echarnos una siesta, que español y que buen invento. Fue una siesta lo prometo, solo dos horas, y posteriormente un paseo, una cena y a la cama.

En mitad del sueño me despierto, pensé que la habitación se caía, ¿Pero que pasa? si quiero dormir, que se caiga el mundo, estoy reventado. Perdonad la expresión, pero esa noche es la experiencia más cercana a ver una orgía... Dios... no se si dos o tres parejas al mismo tiempo estaban dandole al tema, por suerte en la parte superior de las literas, y ninguna encima mía, lo único que deseaba era que el pobre muchacho rindiese poco, estaba deseando que me dejaran dormir. Creo que poco caso les hice, o finalmente duraron poco, pero menos duré yo en quedarme dormido.

¿Otra vez? ¿Otra vez en el lío? Pues no... ahora el momento de nuestros amigos los borrachos, que divertido, aguantar borrachos, mientras duermes con un jet lag. A esto me refería a algunas connotaciones del hostel (aunque el hostel, es mucho más que todo ello), pero la primera impresión estaba claro que no la olvidaría jamás, o al menos de momento.

Momento de levantarse, y momento de reservar historias para el siguiente post.


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